viernes, 30 de agosto de 2013

Maribel, crítica literaria/9

[Comentario sin lectura previa]

◦ Del miedo a empezar a correr: correr sola.
◦ De quitarme la armadura oxidada (gracias María José).
◦ Hablo de clase de gimnasia de 4º curso: era la más alta y la última del relevo en las carreras. Con todas las expectativas puestas en mí, mi “fallo” sería aún más visible. Terror a defraudar al equipo.
◦ Lloviendo, correr completamente sola llenándome del olor a tierra mojada.
◦ No pisar las filas de laboriosas hormigas cruzándose por el camino.
◦ Correr al lado del mar.
◦ Correr y que te den ánimos.
◦ Correr y que te digan obscenidades.
◦ Empezar la “temporada” corriendo con mucha ropa e ir cogiendo valor y correr con cada vez menos ropa (la necesaria).
◦ Pensar en running track lists con las canciones súper motivantes y no hacer la selección nunca.
◦ Que te salga la canción perfecta con el iPod en modo aleatorio.
◦ Correr sin música.
◦ Correr acordándome de Arnold y mirar al horizonte gritando “¡Que sí, que sí!” y sentirme tan ligera que vuelo.
◦ Correr sin gafas de sol que tapen mi “identidad”.
◦ Correr pensando que estoy embarazada, sacando una fuerza que no sabía que tenía y contagiándome de amor hacia otro ser (que no era más que yo misma).
◦ Correr y caerme.
◦ Correr en casa, en la cinta de correr.
◦ Correr y los dolores.
◦ Correr y respirar/jadear/aspirar aire como si no hubiera un mañana.
◦ Hacer sprint (pocas, muy pocas veces…).
◦ Que te adelanten y te den ánimo.
◦ Que te adelanten y te asusten (sin querer).
◦ Correr, estirar los brazos y, al bajarlos, te adelanten (que te pase un pellizquillo porque por muy poco le arreas un manotazo).
◦ El pinar de las 7 hermanas en la Casa de Campo: disimulando, hacer como que estiras y en realidad aprovechar para abrazar un árbol.