martes, 23 de diciembre de 2008

Fábrica

Se escucha una sirena en la noche. Cambio de turno en aquella fábrica polvorienta y fantasmal. Monótono ruido de máquinas que recuerdan la carraspera crónica de un viejo abuelo.
Durante años creí que mi abuelo y la fábrica eran la misma persona. Supongo que por eso, después de rehacer su vida en Barcelona, cada verano su cuerpo tenía que regresar al lugar donde se había quedado su alma.
Han pasado unos cuantos años desde su última visita. En esta ocasión, su presencia se ha hecho esperar hasta el momento justo, con paciencia, como la que derrochaba cuando construía obras de arte en forma de barcos en miniatura.
Tengo la certeza de que aguantó su segunda vida hasta reencontrarse de nuevo con su alma. Necesitó ver la vieja fábrica de ronquido crónico por última vez para, después, marcharse en silencio, mientras todos dormían.

No hay comentarios: