sábado, 24 de octubre de 2009

Hermana

- Espera… Bien, ahora que estamos solas, prosigue hija.
- Pues… Como le decía, madre, que últimamente la hermana está muy rara. El otro día me contó que llevaba un tiempo soñando con abrazos…
- ¿Con abrazos?
- Sí, con hombres grandes y fuertes que la abrazaban… Me contaba que con ellos se sentía muy segura, que notaba la calidez de esos brazos que la envolvían…
- Pero… ¿Eran varios hombres a la vez o uno solo?
- No, creo que uno en cada sueño… Pero según me contó, era uno diferente cada vez… ¿Cree usted madre que puede tratarse de nuestro señor?
- Hija mía, él es el único que nos puede proteger a todos… Sin duda, su protección se puede manifestar de muchas maneras. Quizás, tu hermana se siente cada vez más cerca de él, por eso sueña esas…
- Sí, pero…
- ¿Qué? ¿Hay algo más que necesites contarme?
- Es que…
- Sabes que en mí puedes confiar plenamente…
- Pues que… Últimamente la oigo por las noches…
- ¿Sí…?
- La oigo… Moverse, suspirar… No sé…
- ¿Suspirar?
- Sí… Yo sólo quiero saber si sería posible que me cambiaran de celda… Porque si le soy sincera, vivo sin vivir en mí, madre. Yo también estoy soñando con hombres que me abrazan y me besan… Y no son como él. Hasta he sentido ganas de…
- ¿De qué hija mía?
- De… De meterme en la cama con la hermana, porque yo también me muevo, suspiro, ¡me acaricio, madre!
- No llores, hija… Es una prueba que nos manda el señor… Has de ser más fuerte que el diablo, que siempre está ahí para tentarnos…
- Dígame la penitencia, madre, dígamela.
- Un rosario diario, un punto más en el cilicio, voto de silencio… Y haz llamar a la hermana Magdalena… Esa puta me va a arruinar el convento.

jueves, 22 de octubre de 2009

Otoño