jueves, 4 de septiembre de 2008

Desde mis pestañas

Cuando las olas devoren mi trocito de playa,
la espuma blanca inundará mis grietas salpicando la sal contra las rocas.

Si el cielo es gris, el color de tus ojos se nubla hasta el infinito.
Sabiduría ancestral que se pasea descalza sobre miles de cristales rotos.
La música envuelve la atmósfera de viento creando estas tempestades.
Es un viento de plata que se cuela por las rendijas de las ventanas,
calando hasta las raíces del pelo.

Ya no se ven las estrellas de noche.
Hay una cueva de nubes grises sacudiendo mi casa.
Y yo, sonriente porque vuelvas, cambio mi almohada de sitio y
me duermo con el rugido del mar.

No hay por qué temer, que tu aroma vuelve cada mañana y me sacude el vientre.
Separa cada hebra de mi cabeza; la maraña no me deja pensar.
Siluetas difuntas que rodean mis pestañas.
Agua que evaporas con tu respiración.
Cada momento que vivo me envejece.
Quiero que mis arrugas marquen un mapa de lo vivido.
Quiero estar tan quebrada que no me quede un trozo liso de piel.
Que mis pasos se encuentren en cada palmo del planeta.
Y que todas las familias del mundo me hayan visto pasar por sus ventanas.
Ya no me importa el qué dirán.

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