jueves, 26 de septiembre de 2013

Tempestad

No quiero que pase mucho tiempo y que la distancia haga que se borren las huellas. Me gustaría aprovechar esta resaca para expresar qué es lo que experimento cuando aquello oscuro me atrapa/me dejo atrapar.
No había luna llena. El baile hormonal no había empezado aún. Nada hacía presagiar lo que ocurrió… ¿Quizás el comienzo del otoño?
A veces no tenemos a qué o quién culpar –sobre todo porque la culpa, en realidad, no existe-. 

Una simple conversación con aquellas mujeres que, al mirarte a los ojos, ven el fondo de tu alma es más que suficiente para hacer aflorar lo que se encuentra oculto en tus profundidades.
Y, al emerger, todo se tambalea…
Construyo mi camino sobre interrogantes. Está bien para no acomodarse, pero llega un momento en el que tanta incertidumbre me hace desfallecer.
¿Habrá que apartarse del camino para poder descansar? No lo sé…

En días como aquél todo es caos. Se mezclan sensaciones, emociones, pensamientos… Sólo llego a sentir plenamente ansiedad, desorientación y ganas de no existir.
Paso del victimismo a la rabia y la destrucción en cuestión de segundos. Si empiezo a machacar, ya lo extermino todo (puesta a cagarla, ¡no me voy a quedar a medias!). Si hago algo, lo hago hasta el final, aunque sea arrasar con todo lo bueno que hay en mi vida. ¡Mejor aún! Así consigo que me odien tanto como, en esos momentos, me odio a mí misma.
Pero eso no pasa. Y sigo siendo amada. Y me odio aún más y mis ganas de desaparecer aumentan cuanto más amor siento que me dan. ¡Porque no lo merezco!
Ésa es la trampa. No merezco ser perdonada, no merezco equivocarme y ya está… Merezco un castigo, soy mala, ¡muy mala! ¡Hago mucho daño!

Y cuando toda esa vorágine energética se calma (porque SIEMPRE se pasa la tempestad), sólo queda un cuerpo agotado y una mente en blanco.
El pitido y la línea continua en el monitor de las constantes vitales.
Y un abrazo… Y un “perdóname”… Y una pequeña lágrima que apenas llega a escurrirse por la mejilla…
Y la oscuridad de la noche… Y un “hasta mañana”…

Sí, mañana será un nuevo día.


Esto me ocurre 
de vez en cuando…
Y aún así, consigo salir del abismo y hago como que soy "normal".
Call me crazy!


2 comentarios:

mariajesusparadela dijo...

Todos hacemos como que somos normales, pero, de cerca, sabemos que no.

*-* dijo...

Y luego estamos las que vamos pregonando nuestra locura a los cuatro vientos, jejeje...
Gracias siempre, Maria Jesús!!